19 oct 2014

Ainara LeGardon: "Every Minute"

KEPA ARBIZU

 La carrera de Ainara LeGardon (en solitario después de formar parte del grupo Onion) está rotundamente marcada por la adopción de un tono intenso. A él ha llegado a base de tomar el sonido americano, que incluye desde el folk hasta el rock, en una vertiente sobria, a veces minimalista, y con cierta tendencia a sus lugares más sombríos. Precisamente en ese contexto se incluye ‘Every Minute’, quinto disco en su trayectoria individual que sin embargo nos ofrece alguna novedad. 

Tomando como referencia más cercana su anterior trabajo, ‘We Once Wished’, las guitarras eléctricas, y por extensión una mirada más rockera, habían ya tomado un lugar predominante en su apuesta sonora, dejando de lado unos inicios más acústicos. En este su nuevo trabajo no es que mantenga esa situación sino que todavía la implementa de manera muy notable, dando vida a unas canciones realmente crudas y chirriantes, siempre con esa sobriedad, desnudez e intensidad habitual en la bilbaína. 

 Para cumplir ese propósito se ha rodeado de una formación clásica de bajo (Rubén Martínez) y batería (Héctor Bardisa), manteniendo en la producción a Paco Jiménez (habitual en sus últimas publicaciones), algo que ayuda a que el conjunto sea más orgánico y puro, características que deberían de quedar corroboradas desde la misma portada, en blanco y negro y en la que se dibuja la figura de la intérprete sin piel y recorriendo un camino. Las pistas parecen obvias respecto al sentido que pretende el disco, pero si todo esto fuera poco no hay más que ponerse a su escucha y toparse con la canción que lo abre: “Last Day”, estructurada sobre su propia voz sin ningún tipo de acompañamiento y en la que canta de manera serena pero descarnada. 

 A partir de ahí el disco propone una ambientación muy específica, se trata de un rock oscuro, ruidista pero sin desbarres ni desarrollos largos, y recreando un tono atormentado y angustioso por momentos, en el que nombres como la primera PJ Harvey o Thalia Zedek dejan un rastro evidente. La forma de escenificarlo tendrá dos vertientes, la más habitual será por medio de su faceta más airada y directa. Precisamente en ese ámbito nos encontramos con canciones como “No End” o “Every Minute”, de melodías ligeramente enrevesadas y crudas; “Magnetic”, hecha a base de una telaraña eléctrica y con actitud furiosa que encuentra su cenit en los virajes vocales en los que LeGardon utiliza su voz para aumentar esa desazón, o con la pegada más directa y pegadiza de “We Are Ready”. 

 Con una forma menos acelerada pero manteniendo firme la proposición de mostrar los sentimientos de la manera más desgarradora y sincera aparecen temas como “White”, más reposada y reflexiva pero atravesada con un halo tenebroso, sobre todo presente en la dramatización total que hace de la interpretación (por momentos puede recordar al teatro japonés), que se disparará en las acongojantes “In The Woods” o la angustiosa “To Each Other”. Demostraciones todas ellas de que el hecho de aminorar las revoluciones no tiene para nada su representación en un déficit en la capacidad para transmitir visceralidad, todo lo contrario. 

 ‘Every Minute’ parece querer transmitir la idea de cambio, o de huida, o simplemente la de avanzar, de manera más o menos recta, en el camino, como se desprende de la ya mencionada portada. En ese transcurrir nos adentramos en todo un desgarro emocional, donde la angustia, la crudeza o la desesperación se representan en estas canciones. Nunca ha sido del todo accesible la propuesta de Ainara LeGardon, pero la inclusión rotunda de las guitarras eléctricas ha enrevesado y la ha afilado todavía más, creando un marasmo de emociones y eso, se mire por donde se mire, siempre es una gran noticia en la música. 

 Escrito originalmente para: http://genetikarockradio.com/ainaralegardoneveryminute-2/