KEPA ARBIZU
Si uno se toma la molestia de investigar temas popularizados por grupos como The Doors, “Back door man”, o The Rolling Stones, “Little red rooster”, descubrirá que no son ellos los compositores y no sólo eso, sino que han sido interpretados en su momento por un cantante llamado Howlin’ Wolf.
Nacido hace 100 años (10 de junio de 1910) en Mississippi con el nombre de Chester Arthur Burnett, su vida sigue por los mismos derroteros que la de mucha gente de raza negra de la época. Crece en el seno de una familia de plantadores de algodón y trabaja en esos menesteres durante muchos años. Cercano a su granja trabaja otro bluesman mítico, Charley Patton, que sería su primer maestro y principal influencia en esa época. De él aprende las primeras lecciones para el manejo de la guitarra. Howlin’ Wolf, sin abandonar su trabajo, se dedica a recorrer el Delta acompañado de diferentes músicos como Robert Johnson, Robert Lockwood Jr. o Sonny Boy Williamson. Este último le enseñaría la técnica de la harmónica.
Años después se alistaría en el ejército para luchar en la II Guerra Mundial. A la vuelta continúa con sus laborales del campo pero ya inicia sus primeros pasos serios en la música, gracias a su labor de disc jockey y acompañado de una banda, en la que se encuentran nombres que serán importantes en el mundo del blues (James Cotton, Junior Parker, Willie Johnson entre otros), participando en una emisora de radio.
Durante ese tiempo se cruza en su vida Sam Phillips, descubridor de Elvis Presley y Johnny Cash, que por aquel entonces poseía un estudio de grabación con el que buscaba talentos para venderlos a sellos discográficos. Ese es el inicio de la relación entre el cantante y Chess, sello discográfico con el que trabajará desde entonces y el motivo por el que se traslada a Chicago.
A la hora de realizar estas grabaciones se rodeará de su banda habitual, a la que se unirá su, a partir de entonces, mano derecha, el guitarrista Hubert Sumlin. Su sonido se vuelve más eléctrico, lo que le hará encuadrarse en el estilo de Chicago, a pesar de llegar a la ciudad de manera tardía. Precisamente será otro compañero de sello, Muddy Waters, el que rivalizará con él por ser el dominador de dicha escuela y también por las canciones que creaba Willie Dixon, que trabajará para ambos intentando distribuir equitativamente sus composiciones.
Es cierto que Howlin’ Wolf no pasará a la historia por su pericia con la guitarra ni con la harmónica, pero si lo hará desde luego por su forma de cantar. Su apelativo nace precisamente por su forma de interpretar, que incluía ocasionalmente aullidos, y por una personalidad solitaria y misteriosa. Todo ello lo supo manejar creando su propia figura, a lo que ayudaba su complexión física con casi 150 kilos y dos metros de altura, e interpretando blues de una forma primitiva, perfectamente elaborada, consiguiendo una de las puestas en escena más imponentes y con una forma arrebatadora de transmitir.
Así queda expuesto en temas como “Spoonful”, “I ain’t superstitious”, “The red rooster”, “Shake for me”, “Back door man” o “Wang dang doodle”. Aunque todas las mencionadas son composiciones ajenas también triunfó con algunas propias, “Moanin’ at midnight”, “Smokestack lightning”,“I asked for water (She gave me gasoline), “Killing floor”...
Muchas bandas que en los sesenta empezaban a despuntar, caso de The Animals o The Rolling Stones, veneraban al cantante y veían en él un ejemplo a seguir. Tal y como le sucedió a muchos músicos de blues, cuando en esa década empezó a decrecer el éxito del género musical, es el público blanco y sus festivales los que lo revitalizan. Así, el American Blues Folk Festival le llevó por Europa de gira y consiguió expandir su figura llegando a nuevas generaciones.
Son estas circunstancias las que hacen posible que Howlin’ Wolf siguiera grabando discos. Destaca el realizado en los primeros setenta, denominado "London Sessions". Un supergrupo formado por seguidores y admiradores entre los que se encuentran Eric Clapton, Steve Winwood, Ringo Star y buena parte de The Rolling Stones, le sirven de banda de acompañamiento en sus míticos temas. También haría un acercamiento al rock setentero y psicodélico por medio de “This is Howlin’ Wolf’s new album”.
Es en el año 1976 aquejado de un cáncer cuando fallece. Si bien su nombre no tiene el prestigio popular de otros, B.B. King o John Lee Hooker, su influencia en el blues y en la música posterior es capital, debido en buena parte a su portentosa voz y a la fuerza desbordante con que interpretaba.
Si uno se toma la molestia de investigar temas popularizados por grupos como The Doors, “Back door man”, o The Rolling Stones, “Little red rooster”, descubrirá que no son ellos los compositores y no sólo eso, sino que han sido interpretados en su momento por un cantante llamado Howlin’ Wolf.
Nacido hace 100 años (10 de junio de 1910) en Mississippi con el nombre de Chester Arthur Burnett, su vida sigue por los mismos derroteros que la de mucha gente de raza negra de la época. Crece en el seno de una familia de plantadores de algodón y trabaja en esos menesteres durante muchos años. Cercano a su granja trabaja otro bluesman mítico, Charley Patton, que sería su primer maestro y principal influencia en esa época. De él aprende las primeras lecciones para el manejo de la guitarra. Howlin’ Wolf, sin abandonar su trabajo, se dedica a recorrer el Delta acompañado de diferentes músicos como Robert Johnson, Robert Lockwood Jr. o Sonny Boy Williamson. Este último le enseñaría la técnica de la harmónica.
Años después se alistaría en el ejército para luchar en la II Guerra Mundial. A la vuelta continúa con sus laborales del campo pero ya inicia sus primeros pasos serios en la música, gracias a su labor de disc jockey y acompañado de una banda, en la que se encuentran nombres que serán importantes en el mundo del blues (James Cotton, Junior Parker, Willie Johnson entre otros), participando en una emisora de radio.
Durante ese tiempo se cruza en su vida Sam Phillips, descubridor de Elvis Presley y Johnny Cash, que por aquel entonces poseía un estudio de grabación con el que buscaba talentos para venderlos a sellos discográficos. Ese es el inicio de la relación entre el cantante y Chess, sello discográfico con el que trabajará desde entonces y el motivo por el que se traslada a Chicago.
A la hora de realizar estas grabaciones se rodeará de su banda habitual, a la que se unirá su, a partir de entonces, mano derecha, el guitarrista Hubert Sumlin. Su sonido se vuelve más eléctrico, lo que le hará encuadrarse en el estilo de Chicago, a pesar de llegar a la ciudad de manera tardía. Precisamente será otro compañero de sello, Muddy Waters, el que rivalizará con él por ser el dominador de dicha escuela y también por las canciones que creaba Willie Dixon, que trabajará para ambos intentando distribuir equitativamente sus composiciones.
Es cierto que Howlin’ Wolf no pasará a la historia por su pericia con la guitarra ni con la harmónica, pero si lo hará desde luego por su forma de cantar. Su apelativo nace precisamente por su forma de interpretar, que incluía ocasionalmente aullidos, y por una personalidad solitaria y misteriosa. Todo ello lo supo manejar creando su propia figura, a lo que ayudaba su complexión física con casi 150 kilos y dos metros de altura, e interpretando blues de una forma primitiva, perfectamente elaborada, consiguiendo una de las puestas en escena más imponentes y con una forma arrebatadora de transmitir.
Así queda expuesto en temas como “Spoonful”, “I ain’t superstitious”, “The red rooster”, “Shake for me”, “Back door man” o “Wang dang doodle”. Aunque todas las mencionadas son composiciones ajenas también triunfó con algunas propias, “Moanin’ at midnight”, “Smokestack lightning”,“I asked for water (She gave me gasoline), “Killing floor”...
Muchas bandas que en los sesenta empezaban a despuntar, caso de The Animals o The Rolling Stones, veneraban al cantante y veían en él un ejemplo a seguir. Tal y como le sucedió a muchos músicos de blues, cuando en esa década empezó a decrecer el éxito del género musical, es el público blanco y sus festivales los que lo revitalizan. Así, el American Blues Folk Festival le llevó por Europa de gira y consiguió expandir su figura llegando a nuevas generaciones.
Son estas circunstancias las que hacen posible que Howlin’ Wolf siguiera grabando discos. Destaca el realizado en los primeros setenta, denominado "London Sessions". Un supergrupo formado por seguidores y admiradores entre los que se encuentran Eric Clapton, Steve Winwood, Ringo Star y buena parte de The Rolling Stones, le sirven de banda de acompañamiento en sus míticos temas. También haría un acercamiento al rock setentero y psicodélico por medio de “This is Howlin’ Wolf’s new album”.
Es en el año 1976 aquejado de un cáncer cuando fallece. Si bien su nombre no tiene el prestigio popular de otros, B.B. King o John Lee Hooker, su influencia en el blues y en la música posterior es capital, debido en buena parte a su portentosa voz y a la fuerza desbordante con que interpretaba.
Escrito originalmente para:
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article16011