KEPA ARBIZU
El rhythm and blues es un género que por
origen y naturaleza es eminentemente negro. Lo llamativo del tema es que
uno de sus representantes actuales con mayor talento y que interpreta
dicha música con unas formas de lo más tradicionales es un joven (28
años) de tez blanca y maneras refinadas. Curiosidades al margen, el
californiano acaba de publicar su segundo disco, “Holly”. Llega tras su
extraordinario y sorprendente debut el pasado 2012 , “Time’s All Gone”,
reafirmando su papel y dejando claro que estamos ante un fenómeno muy
especial y aparentemente de largo recorrido.
Ambas realizaciones guardan en común un
mundo sonoro similar, por lo que estamos ante un álbum, en ese sentido,
totalmente continuista respecto a su predecesor. Dicho esto hay que
resaltar que contiene un matiz diferenciador, y es que en el actual ha
desaparecido esa bruma en el sonido, ahora toda suena nítido, mucho más
claro. En este aspecto parece clave la entrada como (co) productor de
Kevin Augunas (Edward Sharpe and the Magnetic Zeros, Cold War Kids, The Black Keys…).
Una decisión que juega en dos direcciones: por una parte remite algo
esa esencia que nos trasladaba a los viejos tiempos, pero sin embargo
consigue la sensación de dotarle de una mayor personalidad e incluso más
variedad al conjunto.
En el resultado final del estilo que
pretende ejecutar Nick Waterhouse tiene un papel esencial la búsqueda, y
consolidación, de una banda de acompañamiento que sea el complemento
idóneo, intentando asemejarse a esas con las que se rodeaba gente como
Ray Charles, un nombre muy presente en las referencias que el joven
norteamericano maneja. Observando el resultado final es obvio que
consigue esa pretensión, llegando a construir un núcleo sonoro
realmente impresionante y que se sabe mover con precisión en diferentes
contextos.
En
el disco, como es habitual ya en su autor, nos vamos a encontrar con
auténticos acercamientos magistrales y puros al ryhthm and blues
clásico, lo que significa que por ellas se asomarán nombres del calibre
de Lavern Baker o Little Willie John. Para desarrollar esa idea lo hará
tanto de una forma espesa y oscura, llena de matices musicales, como
“High Tiding”, o en su vertiente más rítmica, en esta ocasión por medio
de canciones marcadas por una vibrante sección de metales (“This Is a
Game”). A medio camino de ambas se encuentra “It No. 3”, versión que
realiza de su amigo y colaborador ocasional Ty Segall. A priori pueden
parecer músicos antagónicos, pero sin necesidad de rascar demasiado se
puede ver su común denominador y la demostración de que Waterhouse no es
sólo una réplica de sonidos pasados. Todavía para abalar más esta
teoría nos encontramos con “Dead Room”, que aunque tratado de manera
elegante y sin distorsión alguna, lleva en su esencia un ritmo
“garagero” evidente.
Una apariencia más a “crooner”,
colocándose en terrenos más sedosos y románticos, nos vamos a poder
encontrar en “Let it Come Down”, acompañada de un excelente coro
femenino, con un claro tono “jazzy”, no obstante la original es de un
músico de dicho género como Mose Allison. En esos mismos parámetros se
van a situar “Sleepin’ Pills”, ésta con un deje blues y “Well It’s
Fine”, en esta ocasión de swing y donde sobresale un brillante trabajo
de las guitarras. “Hands On the Clock” opta por la sobriedad y
profundidad, ahora es el piano el que toma el mando, acercándole a
músicos como Ray Charles.
“Hollly”, cumpliendo las expectativas que
el propio músico ha comentado, transmite en su globalidad una
ambientación de “film noir” o novela negra evidente, su sonido está
alimentado de niebla, de humo, de esos tugurios oscuros de mala vida
pero muy buena música. Waterhouse sabe recrearla, a la vez que hacerla
suya, a las mil maravillas, y pone con este álbum un segundo peldaño
para consolidarse como uno de los nombres, a pesar de su juventud, más
interesantes y relevantes de los sonidos negros hechos en la actualidad.
Escrito originalmente para: http://www.culturamas.es/blog/2014/03/19/holly-de-nick-waterhouse-conquistando-el-rhythm-and-blues-actual/