24 may 2010

"Sea of cowards", The Dead Weather. Jack White, suma y sigue


KEPA ARBIZU

Si hubiera que nombrar un personaje representativo de lo que ha supuesto el rock en la última década, muy probablemente el elegido sería Jack White. Al margen de las disquisiciones que se podrían hacer sobre su encumbramiento es cierto que su aparición en el mundo de la música, justo en los inicios del siglo XXI, supuso toda una noticia. Su modo revolucionario de interpretar el rock, además del empeño por crear una estética, tanto personal como grupal, muy cuidada, son los elementos que hacen de él un personaje primordial.

Lo que resulta incuestionable son los claros signos de calidad que ha dado en todos los proyectos en los que ha estado metido. De la mano de los ya míticos The White Stripes demostró su lado más creativo para interpretar el blues y el rock, mientras que con la unión con otro gran músico, Brendan Benson, del grupo Greenhornes, se movía por los terrenos del rock alternativo con gran solvencia. Cuando parecía que este último era el lugar en el que iba a desarrollar sus ideas, el año pasado anunciaba su reunión con Ded Fertita (Queens of the Stone Age), Jack Lawrence (Raconteurs) y Alison Moshart, cantante del grupo The Kills, para formar The Dead Weather.

Una de las pocas cosas que se le puede echar en cara al músico de Detroit es precisamente no frenar algo su incontinencia creadora y no darse más tiempo para elaborar mejor sus ideas, que a veces dan la sensación de estar algo faltas de rodaje. Y esto es precisamente lo que se le puede achacar al recién editado nuevo disco.

No ha pasado ni un año cuando ya tenemos la segunda parte de “Horehound”, su álbum debut. Hay que reconocer que la propuesta que presentan es muy atractiva, utilizar el blues más arrastrado, las chirriantes guitarras y algún jugueteo con la electrónica. Si en su primer disco estos elementos vivían en una suerte de caos ordenado con “Sea of cowards” se ha impuesto la anarquía más absoluta, y precisamente, esa es su virtud y su fallo.

Hay que recordar que Jack White decidió ponerse en la batería en este proyecto y es cantante ocasional. Mucho del peso de la banda la abandera la contundente voz de Alison Moshart. Precisamente en el nuevo lanzamiento su figura se agranda y se hace casi el eje central, sonando más desatada. Otro de los elementos a la hora de definir el disco es que las guitarras y la ambientación en general está muy inspirada en los grupos clásicos del rock de los setenta, poniendo el acento en el sonido compacto que tenían bandas como Black Sabbath o Led Zeppelin. Así se deja notar desde el inicio, “Blue blood blues" está cantada por el propio Jack White y basada en, de cierta manera, actualizar el rock contundente de los años setenta. En “Hustle and cuss” lo que llama la atención es la pericia que tiene en esta ocasión a las baquetas , imprimiendo un ritmo muy funk dentro de una estructura similar a la anterior.

Los toques electrónicos se hacen patentes sobre todo en los temas “The difference between us” y “I’m mad”, en los que por instantes suenan demasiado exagerados. “Die by the drop” y “Jawbreaker” , en cambio, retoman el camino de un sonido más oscuro y tenebroso donde Alison Moshart despliega todo su potencial, recordando a las primeras grabaciones con su grupo The Kills, derrochando fuerza y sensualidad.

La música negra, en concreto el blues, ha dado muestras de estar presente en las carreras de todos los componentes de The Dead Weather, por lo que es imposible no notar su influencia en el disco. “I can´t hear you” está interpretada como si Howlin’ Wolf se hubiera reencarnado en una voz femenina. “No horse” también se nutre de ese mismo ánimo, esta vez la música negra está pasado por un tamiz agresivo muy al estilo de Stooges.

A “Sea of cowards”le sucede como a esos discos que inexplicablemente no son perfectos. En esta ocasión la idea lo es, al estilo que The Dead Weather había demostrado en su debut añadirle la robustez del sonido setentero. Y teniendo muchísimas cualidades, el álbum tiene el escollo de sonar demasiado deslabazado, carece de una identidad definida donde todo ensamble. Hecho este que a veces puede ser aplicado al propio Jack White, pero que aun así no le impide ser uno de los músicos más personales y creador de propuestas de lo más sugerentes.


Editado originalmente en: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article15246