22 mar 2012

“Santa Leone”, Pájaro. Sevillano de infinitas raíces


KEPA ARBIZU


Andrés Herrera, “Pájaro”, siempre ha vivido la música desde la sombra, desde el segundo plano (de lujo, eso sí) que le proporcionaba ser el guitarrista de innumerables músicos o grupos como Silvio, Kiko Veneno o Pata Negra. Todo esto ha cambiado con su primer disco en solitario, “Santa Leone”, firmado bajo su alias y del que es máximo responsable.

Hay algo que sobresale en este, dicho ya de antemano, excepcional álbum, y es la variedad estilística tan enorme con la que juega y a la vez la sorprendente capacidad para aglutinarla bajo una visión personal y fascinante. Una sensación, que entre otros factores, es lograda por la colaboración de amigos-músicos de muy diferentes orientaciones y que abarca desde de Dogo y los Mercenarios a Pive Amador pasando por Gecko Turner.

Aunque las influencias que forman cada una de las canciones son variadas y procedentes en buena parte del rock, hay un sentimiento de fuerte influjo en todas ellas y es el andaluz, o sevillano por decirlo más exactamente, pero presentado de una manera nada habitual y saliéndose de parámetros y formas habituales o estandarizadas. Su visión es mucho más bohemia, más “oscura” y primitiva.

El primer corte de este disco, de título homónimo, ya sirve para dinamitar cualquier expectativa por delimitar la música de “Pájaro”. Nos encontramos con una composición que parece una banda sonara escrita por Ennio Morricone para un western de Sergio Leone e incluso Sam Peckinpah pero con un deje “saetero”.

A partir de ahí todos los caminos serán válidos para que Andrés Herrera se exprese de forma personal. Llama la atención que elija el surf rock a lo Dick Dale para dar sonoridad a “Ione”, un término íntimamente relacionado con la cultura cofrade, pero la grandeza de este disco es así, mundos opuestos, en principio, encuentran su unión. Ese espíritu playero pero tratado bajo la óptica de un rock and roll oscuro y escueto, al modo de un Link Wray e incluso de unos Lobos Negros asoma en “Tlp”.

La condición de crooner pero pasando por Italia, con la figura de Adriano Celentano como referente y la de Silvio Melgarejo en el espejo, la deja patente en la maravillosa “Las criaturas II”, basada en versos de San Juan de la Cruz, o en “Tres pasos al cielo”. Una condición que mezclada con el rock and roll dará lugar a “Perché”

Kiko Veneno será el autor de la letra de “Luces rojas”, brillante en su lado más canalla (“Siento estar pensando/ Si tengo que elegir estar metido en fango o vivir”), un tema con un incipiente ritmo de rockabilly en la que a fogonazos se aparece Víctor Coyote. Algo parecido, tanto en forma y fondo, sucede con lo que escribe Dogo, también lo cointerpreta, en “Dogo´s walk”. “Heal my wife”, en la que toma parte Gecko Turner, interpretada con un inglés casero (otra vez Silvio en la cabeza) se acerca a la música negra más ortodoxa, teniendo en cuenta siempre de quién estamos hablando. El punto final del disco, y pudiera ser que como demostración de cuáles son las raíces de su autor, sobresale un flamenco (“Palo santo”), ideado por Raimundo Amador, en el que al margen de su clasicismo también sobresale un llamativo tono crepuscular.

Hay veces, benditas veces, que la música se olvida de todo, no hace preguntas ni entiende de fronteras, simplemente suena y entra sin pedir permiso en el cerebro, y corazón, de quien la escucha, desmontado en no pocas veces sus prejuicios. Eso es exactamente este “Santa Leone”.

Escrito originalmente para: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article35217