Kepa Arbizu
José Ignacio Lapido ha editado
recientemente su séptimo disco, “Formas de matar el tiempo”, una nueva
muestra de su rock clásico repleto de lírica de alta contenido.
Flanqueado por una banda realmente excepcional (Víctor Sánchez, Raúl
Bernal, Popi González y Paco Solana), su “discurso” siempre ha
sobresalido a la hora de examinar los ángulos oscuros de la realidad. En
este nuevo trabajo se mantienen esas pautas (también las musicales)
para dar forma a otro sobresaliente álbum de un músico que sigue
labrando día a día su mítica.
Lo primero que se puede observar
de este nuevo disco es una portada muy elegante y repleta de simbolismo.
¿La intención era ya desde un primer momento llamar la atención del
oyente y comenzar un “diálogo” con él?
Me gusta que las portadas de mis discos
tengan un trasfondo literario, o mejor dicho, contengan una metáfora
visual que haga pensar. Es obra de Alfonso Aguilar, PerroRaro, que viene
trabajando conmigo desde hace tiempo y sabe perfectamente convertir eso
en imágenes.
El anterior trabajo “De sombras y
sueños” estuvo producido por Paul Grau y contasteis con colaboraciones
de importancia. Para este nuevo disco vuelves a encargarte tú de la
producción y no participa prácticamente nadie externo a la banda. ¿Hay
que entenderlo como una intención de recuperar cierta esencia?
Pues no hay una intencionalidad concreta.
Muchas veces esto funciona por las necesidades estratégicas que van
surgiendo, si se puede decir así. Esta vez a mí no me venía bien ir
todos los días a la costa de Granada que es donde Paul Grau tiene su
estudio, entonces hablé con Carlos Diaz, el técnico que ya trabajó
conmigo en Cartografía, y quedamos en grabar el disco en su estudio de
Producciones Peligrosas, y que ha hecho un gran trabajo. La producción
consiste en ejercer de director de orquesta sin batuta, en tomar
decisiones. Y cuando trabajas con gente con la que hay buen ambiente y
magnífica sintonía, como es el caso de mis músicos, no hay mayor
problema.
Precisamente llevas ya mucho tiempo
trabajando con una banda fija en la que además varios de sus integrantes
tienen proyectos paralelos en los que expresarse individualmente. ¿De
qué manera crees que influyen ambos hechos en la cohesión de tu sonido?
Víctor Sánchez acaba se sacar su primer
disco en solitario “Yo quemé a Gram Parsons”. Raúl Bernal está
preparando otro disco de su proyecto Jean Paul que se va a titular “Ocho
variaciones sobre el futuro”, Paco Solana, el bajista, entra también en
estudio dentro de poco, y Popi González, el batería, está ultimando sus
nuevas composiciones. El trabajar con grandes instrumentistas que
además son compositores y cantantes hace que yo me tenga que esforzar
doblemente. No les puedo presentar material de segunda para ponernos a
trabajar. Son muy exigentes (Risas).
En
muchas de las canciones de este “Formas de matar el tiempo” llama la
atención la presencia y personalidad propia, dentro del conjunto
musical, que tiene cada instrumento. ¿Ha habido alguna dedicación
especial en busca de esa sensación?
Cada uno de los músicos ha puesto todo su
talento al servicio de cada canción. Son arreglos que hemos trabajado
en el local de ensayo para vestir mis canciones con el traje más
adecuado para la ocasión. Creo que todos han hecho un gran trabajo.
En tu estilo siempre han estado
presentes ciertas influencias musicales pero han aparecido difuminadas
dentro un estilo muy personal. En esta ocasión hay algunos fogonazos en
que esas influencias se presentan de manera muy pura, por ejemplo en las
stonianas guitarras de “Cuando por fin” o el sonido americano de “No
hay vuelta atrás” y “Está que arde”.
Es cierto. Las guitarras de “Cuando por
fin” son descendientes directos de Keith Richards. Me gustan los Stones,
no lo voy a negar y eso debe salir por algún lado. Y el sonido
americano… bueno… eso debe salir a la fuerza ya que el rock’n’roll nació
allí y la mayoría de mis artistas favoritos son americanos, o ingleses
con influencias americanas.
En la canción “No hay vuelta atrás”
cantas “Declaramos nuestro amor al arte y le cantamos a la
insatisfacción” ¿Consideras que ese tipo de sentimientos
(insatisfacción) son la sensación idónea o más proclive para la creación
artística?
Es un buen punto de arranque para
escribir una canción. Los sentimientos de pérdida, de búsqueda o de
rabia a mí me sirven mejor como punto de partida para ponerme manos a la
obra. Sería incapaz de escribir una canción sobre la felicidad, primero
porque no creo que eso sea un estado absoluto sino transitorio y fugaz,
y segundo porque el dolor es más perdurable. Intento crear belleza a
partir del lamento.
A pesar del tono pesimista que inunda
el disco, su título o el de temas como “Cosas por hacer”, parecen
indicar que a pesar de todo hay que seguir intentándolo o por lo menos
cantar sobre ello
Sí. Hay pequeñas dosis de esperanza en
estas canciones. Una pequeña vela encendida en una habitación a oscuras.
El hecho de grabar un disco con la que está cayendo significa que no
soy tan pesimista como pudiera aparentar (Risas). A un pesimista nato lo
último que se le ocurriría es coger una guitarra y ponerse a cantar, y
menos aún a grabar ese cante.
De manera sutil o indirecta siempre
has mezclado una visión social o política en tus canciones. Se podía
pensar que teniendo en cuenta la situación actual que vivimos podías
incrementar ese tono. No ha sido así o por lo menos no sustancialmente
No necesito tener un ataque repentino de
conciencia social puesto que en mis canciones, desde hace muchos años,
siempre se ha reflejado esa realidad social, sus consecuencias menos
amables. En este disco también hay destellos de esa realidad. En
canciones como “La ciudad que nunca existió”, “40 días en el desierto” o
“Esta que arde” flotan imágenes de lo que está ocurriendo en el país.
Siempre has declarado que acabas exhausto tras grabar un disco. ¿Ha sido una excepción éste o se ha repetido esa situación?
Se trata de un cansancio mental. Como he
dicho antes, producir un disco y componer canciones significa que has de
tomar decisiones, y esas decisiones vana a perdurar para toda la vida.
La duda agota.
La
idea de editar tus propios discos por medio de Pentatonia creo que
surgió un poco debido a la necesidad. Visto con el paso del tiempo y tal
y como está la industria musical ¿tienes la sensación de haber elegido
el mejor camino?
No sé si el mejor pero es el que me ha
permitido sacar ya cuatro discos. Tiene de positivo que tú eres el que
toma todas las decisiones, y el control sobre tu obra es total. De
negativo, que hay que dedicarle muchas horas para que todo funcione. En
la situación de desguace que vive la industria discográfica española
creo que la autogestión es una salida para la supervivencia.
Y dentro de ese mundo musical tan
extraño como el actual, donde prima la inmediatez y la saturación de
novedades. ¿Qué lugar aspira a ocupar un nuevo disco de Lapido?
Tal vez su lugar sea el que ocupan los
bichos raros (Risas). Estas canciones tienen como objetivo perdurar en
el tiempo. Que tengan una buena vejez (Risas). Quiero decir que no son
fruto de ninguna moda ni están hechas atendiendo lo que se escucha en
este momento.
Siempre se ha comentado el poco
reconocimiento público de tu música en comparación con las críticas tan
favorables que recibes por parte de prensa y seguidores. Sin embargo
con este disco has entrado en un puesto alto de los más vendidos. ¿Cómo
has reaccionado ante esa noticia?
Pues si me hubiera sucedido hace años me
habría hecho cierta ilusión, ahora me ha dejado frío. Principalmente
porque sé que apenas se venden discos en España. Si antes necesitabas
vender 10.000 copias en una semana para entrar en esas listas, ahora
bastan con unas pocas copias para entrar en ella. Quiero decir que la
cosa se ha igualado mucho entre los que eran superventas hace años y los
que nos hemos mantenido en un nivel de ventas discretas. La
democratización de la escasez (risas).
Al margen de la música escribes
columnas periodísticas y haces de guionista. ¿Son maneras diferentes de
dar salida a un mismo “discurso” o tanto en forma como en fondo
difieren entre ellas?
Las columnas que escribo son de carácter
político, analizando desde la ironía las distintas situaciones que se
dan semanalmente en este ámbito. Obviamente, en ellas reflejo mi opinión
sobre determinados temas, pero no tienen la carga poética que puede
tener una canción. Es un estilo más directo. En cuanto a los guiones…
eso es otra historia, no es un trabajo de autoría individual. Estamos
diez personas trabajando ahí y estamos al servicio de una trama que no
hemos inventado ninguno de nosotros. Eso es puro entretenimiento.
Fotos: Antonio Arabesco