15 nov 2011

"High decibels", ’77. Orgullosamente setenteros


KEPA ARBIZU


Ciertos grupos parecen condenados a llevar la pesada carga de tener que demostrar su “originalidad” a cada paso que dan. Los catalanes ’77 viven esa extraña situación, muy similar por cierto, dado sus coincidencias estilísticas, a lo que le sucede a los australianos Airbourne. Ambos están expuestos constantemente a las críticas, o por lo menos a las matizaciones en cuanto a su talento, debido a sus similitudes con el grupo AC/DC.

A este respecto hay varias cosas a matizar. Una de ellas es que los parecidos en esto de la música, y más en concreto en el rock and roll, no es algo criticable de por sí (siempre dependerá de la calidad que se demuestre) y buscar a estas alturas la exclusividad en un sonido es poco menos que imposible. Tampoco parece que hubiera muchos miramientos en su momento cuando una infinidad de grupos se dedicaban a fusilar, con más o menos tino, a bandas tipo Talking Heads, Gang of Four y demás. Y lo más importante de todo, claro que ’77 recuerda a los hermanos Young, pero no es precisamente algo de lo que uno deba sentirse avergonzado ni parece una tarea fácil de llevar acabo.

Dentro de estas circunstancias se presenta el segundo disco de los catalanes, “High decibels”, un trabajo que continúa básicamente la senda emprendida por “21st Century Rock”, álbum mucho menos monolítico e uniforme de lo que se le suele achacar. En él encontramos a unos chicos fascinados por la estética, sonido y fuerza del hard-rock de los 70, tal y como hace referencia el nombre de la banda, y que logran materializarlo de una manera rotunda y plena de sentimiento.

Una de las novedades de este disco está en el apartado de la producción. El álbum ha sido grabado en Suecia bajo los mandos de Nicke Andersson, ya mítico músico de la escena escandinava y componente de Entombed, Hellacopters o Imperial State Electric. Una colaboración que parece haberse fraguado en las bambalinas del Azkena Rock cuando coincidieron con él los barceloneses y que ha supuesto también la inclusión de su voz y la de‘Dregen’ (Backyard Babies) en algún tema. El resultado final conlleva un sonido mucho más afilado y centrado en revitalizar los puntos fuertes de la banda.

“High decibels” haciendo honor a su nombre comienza con el acelerador pisado por medio del tema homónimo y donde se nota la influencia de AC/DC, muy presente a lo largo del disco, pero también de bandas como Led Zeppelín, dando vida a una ecuación simple pero efectiva, riffs afilados y voz contundente con la típica entonación aguda.

En temas como “(Gotta go) gotta hit the road”, “Are you ready for rock n roll” o “Melting in a spoon” tienden a ejercitar su lado más rockandrollero, sonando por momentos, sobre todo en algunos giros vocales, a los primeros Aerosmith. En “Beat it up” encontramos los primeros atisbos de blues, camuflados entre hard rock, que se acabarán de confirmar en la versión del famoso “Backdoor man”, originalmente compuesto por Willie Dixon pero interpretado por infinidad de músicos.

Su lado más sureño aparecerá en temas como el macarra y desvergonzado “Gimme a dollar” o “Since you’ve been gone”, la que les llega a emparentar con The Black Crowes. El disco se cierra con la extraña “Promised land” que se acerca a los 9 minutos y está construida en varias partes con otros tantos estilos, además de fondo se puede escuchar a los integrantes del grupo departiendo. El inicio lo marcan unas guitarras con aroma a Rolling Stones que dan forma a un rock clásico que por medio de un puente sonoro a ritmo de boggie se irá radicalizando para en el último segmento desembocar en un sonido sureño.

“High decibels” no defraurá, por supuesto, a aquellos “fans” más o menos acérrimos del sonido caracterísitico de AC/DC pero tampoco debería hacerlo a cualquiera que disfrute con el sonido duro de guitarras clásicas, y eso se hace posible gracias a que ’77 filtra con talento su pasión por ese tipo de música.

Escrito originalmente para Tercera Información:
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article30737