KEPA ARBIZU
El mero hecho de que los Crazy Horse y
Neil Young vuelvan a grabar, no lo hacen desde el conceptual “Greendale”
realizado en el año 2003, es ya de por sí una noticia reseñable, ya que
estamos ante uno de los grupos, que al margen de su calidad, poseedores
de un sonido más particular y que lo han constituido como todo un
emblema.
Otro punto digno de mención , por
sorprendente, es la forma con la que han tomado la decisión de volver.
“Americana” se trata de un disco compuesto por versiones de canciones
tradicionales del folk americano, un reto complicado que a priori podía
pasar por un mero entretenimiento y sin visos de contar con una gran
trascendencia pero que a la postre, viendo el resultado final, ha
resultado algo muy diferente.
El álbum resulta impactante ya desde un
primer momento, y sin necesidad de detenerse en valoraciones más
pormenorizadas, por el simple hecho de la osadía de afrontar estas
canciones, por lógica histórica realizadas en acústico, desde una
perspectiva “eléctrica” y contundente, lo que supone una vuelta o una
vindicación del sonido de discos como “Ragged Glory”. Una decisión que
queda representada a las mil maravillas con la metafórica fotografía que
ilustra la portada (extraída de lo poco salvable de aquel incendió que
hace unos años arrasó el lugar donde el músico guardaba material suyo),
en la que se ve a Gerónimo junto a otros apaches, sustituidos por la
cara de los integrantes del grupo, a “lomos” de un coche.
Billy Talbot, Ralph Molina, Frank
“Poncho” Sampedro (ausente en la anterior grabación en la que se
reunieron) y Neil Young construyen este disco como si de una jam session
se tratase, no obstante se pueden escuchar las “calentamientos”, risas
y comentarios además de un claro espíritu de directo que transmite la
grabación. Algo que no impide contemplar en su máximo esplendor a la
banda y su sempiterno sonido característico, formado por la contundencia
de las guitarras y la épica, logrando llevar así a su terreno
composiciones clásicas. Un mérito extra si tenemos en cuenta que se
trata de parte de la memoria colectiva de la música popular, mil veces
escuchadas y versionadas por otros artistas.
Dentro
de este contexto podremos disfrutar de una “Oh Susanna” totalmente
transformada y apoyada con unos coros que hacen de base de esta
descarada versión. “Clementine” suena cien por cien a la banda del
canadiense, compensada perfectamente entre la contundencia y ese tono
melancólico tan característico, dando como resultado uno de los temas
más espectaculares. Algo aplicable también a la excepcional recreación
que hacen de “High Flyin’ Bird” a modo de un blues épico u otro momento
sublime como la arrolladora “Jesus’ Chariot”, con su deje tribal y
persistente batería.
Habrá también momentos que se salgan un
poco del esquema que marcan las anteriores canciones. “Gallows Pole”,
por ejemplo, sigue cercana a dichos parámetros pero el ritmo que se
esconde en ella es mucho más vivo y de esencia jazz-swing. Sorprendente
es “Get A Job”, en la que siguen fielmente el estilo doo woop y los
“caballos locos” se visten de bandas como The Silhouttes o The
Dells. “Travel On” por su parte se mueve en terrenos sureños y de aires
country, un territorio en el que Neil Young siempre se ha desenvuelto a
la perfección.
Curiosamente el único leve bajón que
sufre el disco es precisamente en los tres últimos temas que aparecen, y
eso sucede, más que por el modo de interpretarlos, por el peso
específico, cada uno en un aspecto determinado, que tienen
intrínsicamente. “This Land Is Your Land” es todo un himno del folk
político firmado por Woody Guthrie y su “electrificación” en esta
ocasión no aporta demasiado, algo que puede suceder también con
“Wayfarin’ Stranger”, en la que la recreación profunda que hizo Johhny
Cash de ella ahora mismo parece imbatible. En otro campo se mueve la
decisión de tocar el “God Save the Queen”, quizás la elección, viendo el
resultado, menos afortunada y con un recorrido más limitado.
Neil Young, apoyada de su banda de
cabecera, da una lección de genialidad con este disco (cuenta también
con su pertinente película) transformando a su antojo temas populares y
haciéndolos encajar a la perfección como parte de su repertorio. De paso
consigue demostrar que las historias y vivencias que narran esas viejas
canciones siguen siendo actuales y sus temáticas por lo tanto
universales. Por algo hablamos de clásicos, al igual que lo es el viejo
Neil.