Cuando se habla de que hay que prestar atención a las diferentes representaciones que el rock clásico está teniendo en los últimos años por parte de grupos/músicos ubicados en nuestras fronteras uno puede pensar que se trata de algún tipo de chovinismo o de cierta empatía extra musical, pero lo cierto es que aquellos que, principalmente aunque no solo, disfruten de este tipo de sonidos, no deberían dejar escapar la oportunidad de acercarse a algunas de ellas.
Dentro de ese conjunto a los que hay que prestar atención está Oscar Avendaño, itinerante músico del panorama gallego que ahora compagina su papel como bajista en los míticos Siniestro Total con su proyecto personal, Los Profesionales. Junto a ellos, con una formación cambiada totalmente en esta ocasión, publica su segundo disco, Demasiado oro, un título extraído de aquel relato de Jack London de igual nombre.
Este nuevo trabajo confirma que el contexto musical del que se nutren principalmente está ubicado en el sonido de raíces americanas, pero si bien en su disco predecesor lo hacían de una manera algo más monolítica, aunque eficiente, en este actual se descubre un interés por ampliar matices y cuidar más los detalles, representado por ejemplo en un exquisito manejo instrumental, algo que engrandece los temas que aquí aparecen. A pesar de ese clasicismo muy latente en su música hay que apuntar que a la hora de presentarlo lo hacen de una manera personal, sustentada entre otras cosas en su voz (profunda, rasgada y levemente dejada) así como en la manera de tratar las historias que palpitan en sus canciones, una mezcla entre socarronería, ironía y fatalismo, lo que les lleva a poder saltar de lo más gamberro a lo íntimo sin problemas.
Y es que este Demasiado oro, por lo menos lo que parece extraerse de él, está movido, me refiero ahora a sus letras, por un “leitmotiv” consistente en reflejar los encontronazos y desilusiones del día a día, incluido lo referente al propio negocio musical, con alguna dedicatoria muy explicita, pero también con la determinación de afrontarlo y sobreponerse, algo que incluso se podría relacionar con el hecho de que hayan tenido que recurrir al “crowdfunding” para sacar adelante el disco.
Estamos ante un trabajo que no esconde para nada cuales son sus referentes ni de qué intérpretes es deudor, pero demostrando un sano descaro para interpretarlos. El aire sureño empapa el medio tiempo de El suelo, otra vez, del que sobresale un estribillo realmente conseguido, por el que nos encontramos con reminiscencias que pueden abarcar desde The Rollings Stones a The Band. El viento, una de las composiciones estrella, suena como una mezcla de José Ignacio Lapido con un ambiente psicodélico “made in San Francisco”. En Poster central añadirán un toque soul, a la forma y manera de Rod Stewart.
Una faceta más desvergonzada y gamberra es la que van a mostrar en Siéntate y mira, de nuevo los riffs nos llevan de la mano hasta el binomio “Sus Satánicas Majestades”-Faces, o en Perdí mis gafas de sol, donde arremeten con un rock and roll de ritmo boogie. Justo en el otro extremo, y demostrando la versatilidad que esconde el álbum, nos podemos topar con el elegante instrumental, mitad The Shadows mitad Ennio Morricone, Los Fortunas (perfecta banda sonora para el relato que da nombre al álbum) además de con composiciones íntimas y lentas como La pecera, con una armónica puramente “dylaniana” o la nostálgica pero pegadiza, en un “in crescendo”, Todas las canciones.
Demasiado oro no nos muestra sólo a las claras que Oscar Avendaño & Los Profesionales son unos enamorados/conocedores del sonido americano clásico, sino también unos ejecutores perfectos de él. Si a eso le añadimos unas cuidadísimas maneras a la hora de trabajar las canciones y una personalidad propia, el resultado es un muy buen disco de rock. Tan sencillo (y complicado a la vez) como eso.
Escrito originalmente para: http://www.elgiradiscos.com/2014/09/oscar-avendano-los-profesionales.html