18 abr 2011

"Wasting Light", Foo Fighters. Retorno a las esencias


KEPA ARBIZU


No debe de ser nada fácil emprender una carrera musical en solitario tras haber pertenecido a uno de los grupos más populares de la década de los 90, Nirvana, y estar a la sombra de un líder, convertido en icono cultural-generacional, como Kurt Cobain. A pesar de todo ello, David Grohl, el que fuera batería de la banda de Seattle, ha sido capaz de buscar su sitio y ganarse el respeto de público y crítica.

Ese nuevo status lo ha logrado sobre todo con su grupo Foo Fighters, y lo ha cosechado a base de esfuerzo, talento y mucha humildad, componente nada baladí teniendo en cuenta que en la actualidad es capaz de llenar enormes estadios, acumular un buen número de premios y darse el lujo de poder tocar junto leyendas como los componentes de Ledd Zeppelín, llegando a formar con el bajista John Paul Jones el proyecto Them Crooked Vultures.

El debut con Foo Fighters a mediados de los años 90 supuso la gran, y grata, sorpresa de su capacidad para hacer grandes discos, tal y como queda patente en su homónimo trabajo, donde ya ponía unos mimbres, todavía hoy no superados, de lo que eran sus señas de identidad : una sorprendente confluencia de los sonidos más ariscos y crudos, tanto en las guitarras como en la voz, con un gusto por las melodías.

En sus últimos discos se echaba en falta cierta dosis de energía y habían caído en cierta monotonía dando señales de ser composiciones echas con facilidad y sin grandes riesgos, además de utilizar una producción demasiado cuidado que incluía un sonido muy limpio y ornamentado que no acababa de llegar al término esperado.

Su nuevo lanzamiento, “Wasting light”, rompe con todo esto, es una vuelta a los orígenes en todo su magnitud. De momento la grabación ha sido llevado a cabo de una forma analógica en el estudio-garage que tiene montado el propio Grohl. Tiene su importancia en el resultado final también la reaparición del guitarrista Pat Smear. En la producción aparece la figura de Butch Vig, el legendario productor del multiventas que supuso el “Nevermind”. No será la única reminiscencia del grupo Nirvana, el que fuera bajista Krist Novoselic tendrá una participación puntual, al igual que Bob Mould, ex Hüsker Dü.

La mítica banda de Seattle no sólo tendrá una presencia puramente nominal, su sonido primitivo estará muy presente en este nuevo álbum de los Foo Fighters al igual que sucede con otro de los proyectos en los que ha estado inmerso en algún momento Grohl como es Queens of Stone Age, que también dejan su huella.

Todo esto queda patente desde el inicio del disco, “Burning bridges” se forma a base de guitarras chirriantes a las que se las irá sumando un trepidante ritmo que dará como resultado un torbellino sonoro donde como ya es seña de identidad de la banda, Grohl alterna su forma de cantar melódica con la más desgarrada. “White limo” utiliza las mismas armas, en esta ocasión la voz aparece distorsionada y más escondida en un tema que no concede tregua.

Canciones como “Arlandria”, “These days” o “Miss the misery” juegan más con las melodías, alternando medios tiempos con otros más contundentes y creando esa montaña rusa que habitualmente construye Foo Fighters y que es una prueba palmaria de su versatilidad. “Dear Rosemary”, en la que aparece Bob Mould, no está exenta de fuerza pero hay un clima más melancólico a lo largo de todo ella. “I should have known” es la canción que se sale algo del canon del disco (y en la que colabora Krist Novoselic) cosa que no impide que sea uno de los puntos álgidos. Menos eléctrica que el resto, salvo en el desenlace, y la más cuidada en cuanto a arreglos se trata de una composición con un tono épico con final contundente.

“Wasting light” demuestra que lo sencillo no significa fácil ni falto de interés. Foo Fighters han retornado a un sonido primitivo, crudo, sin casi aditivos y que casualmente ha devuelto a lo más alto a la banda de David Grohl, que ha dejado de ser aquel que formó aprte de Nirvana para tener un registro personal y de calidad, en el que se encuentra la fuerza y la tensión con la melodía y los estribillos adictivos.

Escrito originalmente para:
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article24093